Tu mar azulverdoso, rendido, ante mis explosiones; mientras
las garras, tenebrosas, de mis cabellos, son amansadas por tu oro. Dos cuerpos,
pálidos, sobre mi lecho, cabezas que descansan sobre mi almohada, una pierna
que huye, mientras una caricia cae en tu mejilla y una lagrima se escapa. El
tiempo se acaba, rutinas de palabras en letras, e imágenes digitales nos
esperan. La marcada ausencia de nuestros cuerpos; tan cerca y tan lejos.
Te levantas de un salto, miras la habitación, con
añoranza, te metes en tus jeans, y te enfundas tu camiseta de Harley Davidson.
Mi mente fantasea, tú, una visita sorpresa, una chupa, una Harley, y yo, tu
chica Rock n’ Roll. Me lanzas mi vestido, haciendo que vuelva a la realidad.
Minutos que transcurren con prisa, un autobús lleno de
pasajeros, que amenaza con partir… una última
y efusiva calada, un adiós ahogado de mis labios, el alboroto de tu pelo… subes al destino que nos separa… simplemente
marchas…
El viaje es largo y duro, cuatro horas, agotadoras.
Morfeo te asfixia, tus párpados, sumidos en un sueño profundo.
Tangibilidad.
Tu mano, su destino, mi cintura; la mia, devorada,
por tu selva dorada. Rosados y suaves, tus labios, que deseosa beso. Explosión de sabor. El placer
ha estallado ya. Respiros, jadeos. Es la calma, viene la tormenta.